La Creadora


Y juntó unas vendas blancas, muy blancas, las cosió en forma de brazos y piernas; en forma de rostro y espalda, no le puso estómago ni cabeza. Cortó de su cabellera mil cuatrocientas hebras bruñidas y las costuró detrás de la cara y en la entrepierna. Le abrió los ojos, no la mirada. Le pintó la boca, no las palabras. Le puso de nombre Fátima.
-Ella se ha de sentir feliz con una muñeca tan dócil- pensó... y dejó a Fátima durmiendo (no soñando) sobre su cama para que Ella antes de dormir (porque tampoco sueña), cuando se acerque a darle las buenas noches, encuentre en su lugar a Fátima y la bautice como suya.
Aquella noche, La Creadora se había transformado en una muñeca, Ella fue feliz. La Creadora, fue libre al fin.

lucía

viernes, 22 de febrero de 2008

El tiempo corroe y al final, mata.

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los hilos negros

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de la ciudad blanca