La Creadora


Y juntó unas vendas blancas, muy blancas, las cosió en forma de brazos y piernas; en forma de rostro y espalda, no le puso estómago ni cabeza. Cortó de su cabellera mil cuatrocientas hebras bruñidas y las costuró detrás de la cara y en la entrepierna. Le abrió los ojos, no la mirada. Le pintó la boca, no las palabras. Le puso de nombre Fátima.
-Ella se ha de sentir feliz con una muñeca tan dócil- pensó... y dejó a Fátima durmiendo (no soñando) sobre su cama para que Ella antes de dormir (porque tampoco sueña), cuando se acerque a darle las buenas noches, encuentre en su lugar a Fátima y la bautice como suya.
Aquella noche, La Creadora se había transformado en una muñeca, Ella fue feliz. La Creadora, fue libre al fin.

lucía